lunes, 9 de abril de 2007

Saltamos como ranas porque el suelo tiembla y las nubes me manchan de color plata cuando el cascabel de la gata nublada vibra como la tierra. Chicharras tratando de invocar a Eolo en la plaza de los Cangrejos. La farola que me pregunta la hora es atacada por el banco que empuña una cimitarra con empuñadura de caracolas. Saltamos por las rocas.
Reflejos en el mar que aniquilan el horizonte convirtiéndolo en ruido y también el albatros negro ardía en hielo verde. Lluvia.

"oye, tío, imagínate un suicidio perfecto orquestado por un bolígrafo que has usado demasiado..."
Dijo el oso que llevaba un pendiente de madera, el mismo que había traído a Corto Maltés con nosotros susurrándonos baladas como brisas, vientos de lavanda en las orejas. Palabras que hacen trizas las palmeras con sus borrascas costeras. Huh... cocos rellenos de almendras ruedan empujados por trilobites voladores. Detrás de ellos solo llegaba a ver cuatro ranas color jade saltando porque tras los cocos el suelo tiembla y las nubes las manchan de color plata cuando el cascabel de mi mirada parpadeaba.