lunes, 9 de abril de 2007

Visualización 1.0


Me hundo, poco a poco...
Me encuentro sentado, jugando con la arena en el abismo, construyendo castillos y haciéndolos caer, mientras las extrañas criaturas de las profundidades marinas donde me encuentro me rodean, me observan, me alumbran con sus peculiares apéndices luminosos. Y, de repente, me doy cuenta de que me hundo. Y, precisamente el hecho de tomar conciencia de ello, es lo que acelera mi completo hundimiento hacia... dondesea.

Me hundo, cada vez más rápido...
Me encuentro sentado, pero sobre arenas movedizas, ahora lo sé. Y ahora que lo sé, me hundo cada vez más rápido, asfixiándome. Me ahogo con la suavidad mortal de las sábanas que tantos amantes utilizaron alguna vez para sus asesinatos pasionales.

Mientras caigo, visualizo al mismo tiempo dos mundos diferentes, entremezclándose, difuminándose; uno oscuro y húmedo, fangoso, donde tan sólo existe el recuerdo de luz allá en la superficie; otro oscuro y húmedo, más sólido, con aspecto bodeguil, iluminado desde lejos, con algún destello de luz proviniente de lo más profundo del lugar.


Ahora ya, completamente en la estancia construida de madera, húmeda, miro hacia arriba y veo una especie de cristal transparente, a través del cual pueden contemplarse las figuras y siluetas marinas, sus reflejos, destellos, movimientos, colores...

¿Qué ocurriría si tratase de volver por el lugar de donde he venido? No será ahora cuando lo descubra, pues decido olvidar esta entrada, salida o lo que sea por un momento, y concentrarme en caminar en la oscuridad, siguiendo el rumor de las voces que creo oír, en alguna parte de este antro húmedo y mohoso, como si además de venir de lejos en el espacio, vinieran de lejos en el tiempo.

Sigo por un camino improvisado, creo que el mejor dadas las circunstancias, hasta llegar a lo que debió ser un inmenso salón de baile en un inmenso yate, donde unos cuantos miles de podridos-de-dinero bebían sus drogas legales a precio de infarto y se contoneaban hasta desfallecer (aunque, siempre, con elegancia, claro).

Contemplo al mismo tiempo dos realidades distintas; en una veo cómo bailan los presentes, sus trajes, joyas, sus gestos de alegría o tristeza, fingidos o no, sus copas brillantes y pulcras, el olor de perfumes caros...; en la otra hay botellas viejas de ginebra sin abrir, alguna de vodka por la mitad, ..., las copas sirviendo de nido a diferentes insectos, la pintura desconchada, el olor a humedad, la madera podrida...

Y oigo gritos desgarradores..., y me siento estafado, hasta que descubro que proviene de dos extraños seres con aspecto decrépito que fornican en el centro del gran salón y entonces mi decepción desaparece, tornándose satisfacción.

Les susurro la palabra "Caos" al oído, y ambos se vuelven jóvenes, bellos, voluptuosos, y sudan, y jadean, y gimen, y siguen fornicando, oliendo a vida.

Observo en una esquina una escalera, que en principio no da a ninguna parte, pero teniendo en cuenta la normalidad de todo aquello de lo que he sido partícipe durante un buen rato, eso no tiene por qué significar nada, así que me dirijo a ella y la subo, peldaño a peldaño, notando como cada vez se me hunden más los pies en ella, como si fuese nieve o algo parecido. Llego al final y toco con mi dedo índice el muro que, en un instante, se abre ante mí como un agujero negro. Misterioso agujero negro. Si algo he aprendido en mis andanzas es que mirar hacia atrás sólo es interesante cuando te sirve para descubrir algo, y como éste no es el caso, yo me meto por este agujero.

Ya nos veremos...

No hay comentarios: