miércoles, 11 de abril de 2007

Mutilación de la infancia

Muchos niños gritaban, lloraban, no tenían ganas de ser decapitados y pataleaban. Las madres, impasibles, los iban colocando en la guillotina y el grillo siguió cantando, desesperado, su ridícula canción.

La temible Verdad lo agarró por las antenas y le preguntó el por qué de su canto desesperado, a lo que este contestó:

"Canto por todos aquellos que ya nunca podrán cantar".

Ante esta estúpida y pueril contestación, la Verdad no puedo más que reírse a gusto, soltando al grillo de las antenas y pegándole una solemne patada, antes de volverse hacia sus obligaciones.

También canto, continuó el grillo para sus adentros, por todos aquellos a quienes se ha obligado a entonar himnos contra su voluntad, sin importar los ventrículos de sus corazones.

La Verdad, que no sólo escuchaba la voz, sino también el pensamiento, no pudo más ante tamaña demostración de poesía y estupidez, y empezó a reírse a carcajadas mientras el penúltimo niño era decapitado y su cabeza seccionada se escurrió y, en lugar de caer sobre la cesta junto a las demás cabezas sangrantes, cayó al suelo, manchándolo de sangre.

Y el último niño gritó con desdén a la Verdad que ya no tenía cabida en el mundo, y todas las madres vieron como sus propias carnes, músculos y huesos se pudrían y murieron en una lenta agonía, y la Verdad agonizó y murió con ellas, y las cabezas de los niños ya muertos sonrieron de felicidad y el grillo cantó, por última vez antes de ponerse a bailar.

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