sábado, 7 de abril de 2007

Esa noche volvía a mi casa oliendo aun a tetrahidrocannabinol y en mi cabeza reaparecían los vórtices por los que la lluvia que chispea, las calles y la resina me hacen dar vueltas de campana.

Extraño juego el de la ciencia. Conocer el enzarzado de factores complejísimos que componen el supuesto cosmos puede llegar a aniquilar este mismo a medida que la ciencia se va acercando al demonio de la exactitud.

Magia o asesinato que quemaría los ojos. Conocer / controlar la posición especifica de los cuerpos es la ingenua dirección a la que se dirige la exótica fórmula de la ciencia. Seamos francos por un momento... No nos parece que llegará a nada, pero, dejemos sorprender y abracemos la posibilidad de nuevos cambios profundos en el conocimiento, conocimiento de mierda.

Dentro de armazones de aluminio, hierro y fibra de vidrio hay miles de mentes trabajando ahora mismo en comprender y destrozar el Misterio de cualquier esencia.

Las ciencias se alinean y se complementan, los factores conocidos en el interior de cada átomo se afilan y el Azar que reinó desde siempre pierde palmos de terreno.

Dejémonos llevar en el tiempo. Vemos como los fractales "espacio-tiempo-probabilidades" del extraño cristal del orden se estiran. Fríos filamentos en el todo que invaden la espontaneidad. Cruzada a niveles en los que nuestra mente ya ha quedado atrás. Infraestructuras de inteligencia artificial autónomas que analizan, miden, catalogan y usan esta energía para seguir expandiéndose....

Los milenios pasan y los síntomas de la Locura empiezan a trascender todo el Entorno. Vómitos entre los agujeros negros que se resisten por su fuerte física. El colapso del todo es inevitable, el todo que finalmente no resiste a su auto-orden y observación. ¿Es esto el éter consciente de sí? Quizá no es más que la peor enfermedad y el colmo de la efervescencia, del Absurdo de siembre. Otro fractal.

La entropía siempre sonríe última.

Y yo volvía a casa bien tarde.

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